A consulta llegan chicos de 10 y 12 años, e incluso algunos adolescentes, que al día de hoy confunden la sexualidad con la pornografía y, a veces, por querer saber de sexualidad, acaban interesándose por videos pornográficos y/o escenas eróticas que distorsionan la riqueza y la belleza de nuestra sexualidad humana.
La sexualidad es un aspecto central del ser humano presente a lo largo de toda la vida. Incluye el sexo, las identidades y roles sexuales, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se recomienda que como madres y padres que somos, cuestionemos sobre el tipo de educación sexual que recibimos, si es que la tuvimos, con el fin de que los tabúes o experiencias del pasado, no obstaculicen el fluir de nuestra sexualidad ni la de nuestros hij@s; desarrollemos la habilidad para manifestar apertura, acompañamiento e información clara y completa, sobre la experiencia de la sexualidad en cada etapa de la vida y guiemos adecuadamente a nuestr@s hij@s para que aprendan a aceptar, disfrutar y a vivir su sexualidad de manera plena y responsable. Será importante estar preparados como adultos ante las dudas e inquietudes que puedan surgir, dejando que el conocimiento de nuestros hij@s, nos marque la pauta y los alcances de la información a la que buscaremos llegar.
Por su parte, el término pornografía se utiliza para las descripciones por cualquier medio (escrito, sonoro, visual, etc.) que sean explícitas en cuanto al sexo, relaciones sexuales u órganos sexuales, cuyo objetivo es excitar o intentarlo a quien lo recibe. Será importante aclarar con los hijos que tanto el sexo como la pornografía, tanto real como digital, conducen a la liberación en el cerebro de la dopamina, que es un neurotransmisor cerebral relacionado con las funciones motrices, las emociones y el placer, sin embargo, la pornografía produce una especie de “inundación de dopamina” que promueve la repetición de la conducta y puede derivar en un círculo vicioso que lleve al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo.
Considero que cuando se adquieren los conocimientos en torno a la sexualidad y se valora y respeta en cualquier persona, menores probabilidades existirán de recurrir a la pornografía en internet, de manera voluntaria.
Es común que los chicos y chicas a diversas edades reciban información distorsionada sobre alguno de estos dos temas o a veces oculten su interés. En ambos casos es preferible que como adultos, antes de regañar o abordar la situación de manera negativa, comprendamos las causas que están influyendo y propiciemos una comunicación de confianza para guiar adecuadamente y, en caso necesario, recurrir con un especialista para profundizar sobre el tema.
Por Gabriela Oseguera