Lore me llamó y lo primero que escuché fue: “Necesito ayuda! me siento desesperada con mis hijas y no encuentro un espacio para mí”
Prosiguió y mencionó sentirse agobiada, porque en lugar de disfrutar a sus dos pequeñas, se sentía cada vez más desesperada y frustrada. Melly, de 3 años 6 meses, no le hacía caso y se mostraba muy berrinchuda e inquieta. Y Regina de 5 meses, demandante y muy llorona.
Por más que Lore trataba de comprender que para Melly también estaba siendo muy difícil estar encerrada, no ir a la escuela, no salir a jugar al club deportivo y compartir el tiempo que le dedicaba su mamá con su hermanita, Lore se sentía rebasada porque no encontraba la manera de adaptarse y de atenuar los pleitos con Melly. A Lore también le preocupaba que dicha situación ya estuviera afectando la relación con Felipe, su esposo, ya que él, con la intención de ayudar, había estado generando más inquietud y malestar.
Después de que Lore desahogó parte de la gran carga que traía y de que ella misma comentara que “no le quedaba de otra” más que esperar a que pasara la cuarentena, para que todo regresara a la normalidad; le propuse iniciar un trabajo lúdico de manera virtual, como método terapéutico, para centrarnos en la interacción entre ambas y entre los miembros de la familia, según fuera necesario.
La primera reacción de Lore fue dudar de la participación de Melly. Por un lado, no concebía la idea de que una niña tan pequeña pudiera tomar terapia lúdica en línea y, por otro lado, no imaginaba la forma de llevar a Melly frente a un monitor y lograr que jugara con una persona desconocida, como lo era yo.
Aun así, Lore me compartió algunos detalles sobre la frecuencia, intensidad y cronología de las conductas que presentaba Melly y señaló que, si bien ya se había manifestado desde el nacimiento de Regina, los berrinches y el desafío habían incrementado notablemente en el mes de abril, en plena cuarentena.
A pesar de las dudas, Lore aceptó mi propuesta. Con la información recabada, preparé la sesión y logramos aprovechar ese espacio lúdico de 50 minutos de una manera formidable. La labor de Lore solo consistió en brindar acompañamiento y en mover el monitor hacia donde Melly se movía, mientras que Melly fluyó muy bien jugando, dibujando e interactuando conmigo a través de los juguetes.
Melly pudo contar con un espacio seguro en donde pudo, a través del juego terapéutico, expresar sus emociones e ideas, especialmente su temor a sentirse regañada, a desaparecer y a perder a su mamá.
Posterior a la sesión con Melly, se tuvieron tres sesiones con Lore y con Felipe con el fin de que conocieran, de que comprendieran y de que conectaran tres temas fundamentales: Aspectos concretos sobre el desarrollo infantil, aspectos sobre la calidad de la interacción familiar y el significado que cada experiencia tiene para cada miembro de la familia.
Con base en esto, Lore y Felipe decidieron hacer unos reajustes en la interacción con Melly y con Regina e implementaron estrategias encaminadas a brindarle mayor seguridad y confianza para reducir sus miedos al abandono; a reprenderla de una manera coherente y consistente, pero amorosa; a establecer límites claros y a facilitar la expresión del miedo, que no solo estaba presente en Melly, sino también en mamá y papá.
Al día de hoy se han tenido en total tres sesiones con la niña, tres con sus papás y dos sesiones familiares y se han logrado avances muy significativos.
Agradezco a Lore, Felipe, Melly y Regina por permitirme acompañarlos en este proceso, por la confianza depositada en mí para trabajar a nivel virtual y los felicito porque han podido hacer de la cuarentena y de las dificultades una conciencia de crecimiento individual y familiar.
Por: Psicóloga Gabriela Oseguera